Si decides leer esta carta es porque en estos momentos tus días tristes ganan o ganaron. Quizás has perdido la ilusión, te inundan las decepciones o te encuentras rota en mil pedazos. Sea cual sea el motivo, así es como te sientes.

Tienes derecho a estar triste

La vida no siempre es fácil. Estás cansada de luchar, de fingir una sonrisa cuando tu alma te pide llorar, de quedar bien con los demás… Maquillar tu tristeza se ha convertido en tu rutina y evadir el malestar ha sido hasta ahora lo que te ha permitido continuar. Pero ya no, ya no puedes más. Tu desgana es tan grande que ni siquiera eres capaz de disimular.

No pasa nada. Tienes derecho a derrumbarte. Créeme. A llorar, a gritar de dolor y a no querer sonreír si no lo sientes. A veces la vida pesa y nos desgarra sin ninguna contemplación. Tu deber no es estar siempre bien, ni ponerte un disfraz para hacérselo creer a los demás. Ten en cuenta que las máscaras también hacen heridas porque te ocultan y te ofrecen un personaje al que te puedes enganchar a cambio de traicionarte a ti misma.

En tus días tristes llora si es lo que necesitas o grita si no puedes más. Vale más expresar cómo te sientes que ahogarte en ello y que en algún momento te haga enfermar.

Sea cual sea el motivo, permítete sentir tu tristeza para desahogar todo ese dolor emocional que llevas dentro cada vez que llame tu puerta. Aceptarlo es la única manera sana de hacerlo y la forma más adecuada para comenzar a construir el puente hacia tu bienestar.

Pero no olvides que estar triste se conecta con el recuerdo y aunque este sea útil, deja de serlo cuando apoyas toda tu vida en ello. Porque aunque no seas responsable de cómo te sientes, sí lo eres de lo que haces con ello.

Abrázate fuerte, muy fuerte

A partir de ahora olvídate de tus temores y al igual que eres valiente para no preocupar a los demás, sé valiente para sincerarte contigo y descubrir en qué punto estás. Mírate al espejo y date el amor que tantas veces se te olvida para recuperar tu bella autenticidad, esa que echaste a un lado por el bien de los demás. No tengas miedo. Lo más grave que puedes descubrir es a una desconocida frente a ti.

Si es así, abrázala, abrázate. Para reencontrarse con una misma no hay mejor medicina que el calor de sentirse querida… y eso hace tiempo que has olvidado hacerlo. Trátate con cariño, libre de juicios y críticas para recoger cada parte que tu tristeza ha hecho añicos y comprenderla.

Deja de tratarte mal a ti misma. Sea lo que sea lo que haya sucedido recriminarte a voces o en bajito hace que tu herida sangre más fuerte.

Te será de gran ayuda perdonar tus errores, las veces que no supiste hacerlo bien y otras tantas que ni siquiera sabías cómo hacerlo. Nadie nace sabiendo. Tus equivocaciones forman parte de tu aprendizaje. Seguro que detrás de cada una de ellas ha habido un avance. Lo que sucede es que no te has dado cuenta. Lo mínimo que puedes aprender es que esa forma de hacer las cosas no es válida y ¿a quién no le gusta descartar opciones? Cada vez que lo hacemos estamos un paso más cerca.

El sol que aparece tras esos días tristes

Tus días tristes necesitan que los escuches para que los entiendas. Solo si lo haces, tus heridas comenzarán a cicatrizar poco a poco y el dolor comenzará a desaparecer. Comprenderlo es la clave para avanzar y el amor por ti misma la herramienta más potente que te permitirá conseguirlo.

Porque, aunque tras tus días tristes el sol aparezca con pequeños destellos para no deslumbrarte y que poco a poco te vayas adaptando a su fuerza, depende de ti salir a recibirlo o, por el contrario, cubrirte con una manta para no darle la bienvenida. Lo que te propongo es es que te atrevas. Que seas valiente una vez más para sentir y comprender tu tristeza, sin dejar en el camino de ser auténtica.

“Lamenteesmaravillosa”